martes, marzo 28, 2006

Discurso de graduación

El pasado 10 de marzo se graduó un grupo de colegas de la Escuela Interamericana de Bibliotecología de la Universidad de Antioquia. Este es el discurso que leyó Daniel Moncada en nombre de dicho grupo:

Este año es especialmente importante para la Escuela Interamericana de Bibliotecología y para la comunidad académica nacional y latinoamericana. Son ya 50 años tejiendo historias, construyendo disciplina, haciendo realidad un proyecto académico, científico y social en el que se entrelazan y vinculan los anhelos de quienes hemos hecho parte de esta historia. Y es precisamente este acontecimiento sentido y vivido, como parte de nuestros proyectos y sueños, el que nos hace preguntarnos si otra bibliotecología es posible.

Y es que esta no es una pregunta que pueda agotarse en sí misma, todo lo contrario, nos abre a una multiplicidad de caminos y posibilidades presentes y futuras en el saber, pensar y hacer del que ahora hacemos parte. No es que neguemos y rechacemos el pasado, es que reconocemos los retos del futuro que vislumbramos desde lo vivido, aceptamos la herencia convencidos del compromiso y la responsabilidad que ello representa para nosotros como herederos: deconstruirla y reanimarla amorosamente, desde otro lugar, con sentido renovado y con un alto grado de conciencia y de asombro frente al otro y al mundo; escogemos esta herencia no para dejarla tal y como es, sino para imprimirle un movimiento dialéctico hacia otro lugar. Elegimos y aceptamos darle vida nueva a esta bibliotecología nuestra, propia y cercana, a esta bibliotecología latinoamericana.

Y confiamos plenamente en esta renovación alteradora, que nos presenta un gran compromiso frente a la disciplina, la profesión y la sociedad. Esta confianza se nutre y se fortalece en la gran polifonía de esta generación, que se caracteriza por haber hecho parte de una diversidad de proyectos y realidades, de historias y de vivencias, entre las que cabe destacar los variados ámbitos de reflexión y de acción por los que transitamos y que son nuestro mayor aporte a la construcción de esta historia, a la construcción de un mundo que es susceptible de lectura, reescritura, indagación, cuestionamiento, intervención, y en fin, de vivirse y humanizarse.

Desde la promoción y animación a la lectura, promoviendo una lectura del mundo y de la palabra, una lectura sentida, vivida y consciente sobre la realidad, para habilitar a los sujetos y hacerlos partícipes de su propia historia y de su propia vida, recuperando su voz y su presencia. Una promoción centrada en reivindicar la emancipación y trascendencia de los sujetos frente a sus contextos y frente a sí mismos, mediados por relaciones dialógicas y dialécticas con los otros, de alteridad con el mundo que habita.

Desde la investigación tejiendo, hilando y construyendo una gran variedad de objetivos y luchas académicas, representadas en el fruto de muchas manos, de muchas mentes, de muchos objetivos, de muchas cosas que desean hacerse realidad, que buscan hacer de este planeta un mundo mejor para todos. Un mundo que se abre a la mirada expectante de sus habitantes y de todos los hombres y mujeres que están dispuestos a hacer de su vida una auténtica y gran obra de arte en el lienzo del mundo. Pero el lienzo también es escenario, espacio de construcción, de formación y de intervención, con significados y sentidos expresados en ritmos variables.

Por lo tanto no es solo el pensamiento el que está obligado a entender y adaptarse a las exigencias de la realidad; también la realidad debe seguir al pensamiento y transformarse de acuerdo con las concepciones de los hombres que buscan la verdad. Esta máxima nos impide conformarnos y actuar como profesionales solo sobre intereses particulares, pues la libertad no es un principio abstracto sino la posibilidad individual que se potencia colectivamente para poder decidir sobre diferentes modos de vida.

Desde la organización y participación estudiantil, escalando peldaños de conscientización y acción política, alimentados por las fuentes de una vivencia pública y comprometida con la educación. También se transitó por senderos de intervención social y política, asumiéndonos siempre como sujetos conscientes de su propia vida, como personas responsables de comprender el mundo habitado y llamados a transformarlo desde el debate, la discusión y la palabra. Un debate que representa una política y una poética de la diferencia, no de la identidad y que se pregunta constantemente por esta identidad que determina y afirma la herencia de cincuenta años de historia como un acto de justicia con el otro, afirmándola pero también reconstruyéndola en el contexto de nuestra universidad y nuestra sociedad.

En definitiva, se han tejido las ideas, se han pintado los sueños, dibujado las esperanzas, unido las mentes, se ha compartido el mundo, se ha vivido y sentido en el placer de crear y de re-crear una bella artesanía para el mundo y para los demás. Un mundo de colores, de imágenes, de palabras, de hipertextos y de sonidos, en variadas y diversas intensidades y tonalidades, un mundo que hay que pensar e intervenir.

Como se puede ver, son múltiples los desafíos que le esperan a esta nueva generación de bibliotecólogos y a toda nuestra comunidad académica en los próximos años, pero quizá el más importante, y del que se obtendrán mayores beneficios, es el de consolidar un proyecto académico colectivo, una verdadera comunidad de aprendizaje articulada a las realidades y urgencias de la universidad, del país y la región. Un proyecto académico que nos brinde y le brinde a todos los hombres y mujeres las herramientas necesarias para aportar en la construcción de un mejor mundo con igualdad, solidaridad, productividad, oportunidad y bienestar para todos.

Esta generación, en fin, está llamada a mantenerse firme en su compromiso social y de reafirmar que sí es posible otra bibliotecología alterada, renovada y perturbada por la interacción y el diálogo que establece con el mundo; y es que no es posible que podamos pensar en los cambios que reclama la universidad y la sociedad sin replantearnos con vigor el sentido de nuestras metas y aspiraciones colectivas.

Finalmente, gracias a aquellas personas que nos enseñaron a ser y a estar desde otras sensaciones, desde otras concepciones sobre nosotros mismos, los otros, el mundo y nuestra propia disciplina. Gracias a todos ustedes y aquellos que con su presencia marcaron nuestras vidas.